Suele sucederme muchas veces que, yendo al cine a ver una película, descubres por casualidad una banda sonora que te engancha. No hay que poner muchos ejemplos, basta con Trainspotting o Pulp Fiction.
Todo está iluminado (Liev Schreiber, 2005) entraría dentro de ese saco. La película, altamente recomendable, nos cuenta la historia de un judío americano que decide visitar Ucrania para encontrar una mujer que aparece en una vieja foto junto a su difunto abuelo. Para ambientar este viaje, Paul Cantelon ha hecho una banda sonora con una marcada influencia balcánica, y donde lo más destacado, en mi opinión, son grupos como Leningrad, una especie de Pogues ucranianos. Aunque lo mejor en estos casos es bajarse la BSO y opinar por uno mismo.
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